En esta segunda edición mi intención era superar la marca que había conseguido el año anterior. Así que, sabiendo lo que me esperaba, de nuevo salía de Àreu con espiritu conservador y reservando fuerzas. Sin embargo, ya a los 15 km me di cuenta de que las cosas no andaban según lo previsto. Pero a uno le gusta pensar que en la segunda mitad, si estás físicamente bien, vas a recuperar el tiempo que has perdido en la primera. Un error empeoró las cosas, y de qué manera. A partir de la Pica Roja, el calor lo complicó aún más. Se me ampollaron los pies por todas partes. Por unos instantes creí que tendría que abandonar, pero mis ganas de acabar esta segunda edición podían más. Recuerdo el tramo de la Pica d’Estats a Àreu como un auténtico calvario, pero en mi interior sentía la misma ilusión que la primera vez, llegar a la plaza del pueblo  fuera como fuese y sentir otra vez aquella satisfacción personal de haberlo conseguido.